Capitulo Doce. "El Portal donde no hay Olvido."
Mira hasta donde hemos llegado, esta vez no hay historia, no hay recuerdo, no hay una narración... esta vez soy yo Nefer Setkme frente a ti. No podía finalizar este recorrido sin conocerte y hablar cara a cara contigo, tu has aprendido de mi en cada capitulo, con cada relato en cada publicación. es por ello que quiero darte las gracias por acompañarme en este viaje hacia el centro de mi alma y dejarte una ultima pregunta por el momento...
¿Te has sentido alguna vez llamado por un lugar que nunca has pisado,
pero que te resulta más familiar que tu propia piel?
Yo sí.
Y no fue un sueño.
Fue un eco.
Un recordatorio.
Caminar por esta vida con memorias que no pertenecen del todo al presente… puede ser una bendición o un peso. Durante años —en esta reencarnación— lo sentí como lo segundo. Una especie de nostalgia sin origen. Una nostalgia por algo que no sabía nombrar. Hasta que un día lo supe: lo que anhelaba… era también un lugar.
Un portal.
No uno hecho de piedra o tecnología.
Tampoco una puerta interdimensional de leyendas.
Sino un punto en la Tierra donde la piel vibra distinto.
Donde el tiempo se curva.
Donde el alma recuerda lo que el cuerpo olvida.
Existen.
Están aquí.
Algunos son conocidos: Abu Ghurab, Giza, Machu Picchu, Uluru, Stonehenge, Teotihuacán…
Otros están escondidos, protegidos por el silencio y la intuición.
Pero no son mitos. Son memoria geográfica del alma humana.
Puntos de anclaje entre lo terrenal y lo estelar.
Yo los busqué.
O mejor dicho… ellos me buscaron a mí.
¿Sabes qué sentí la primera vez que volví a uno de ellos en esta vida?
Una mezcla de vértigo y ternura.
Como mirar a los ojos de alguien que te reconoció antes de que tú pudieras siquiera recordar tu nombre.
Y es que no se trata solo de un lugar.
Se trata de un llamado.
De una activación.
He comprendido que los portales no son para escapar,
sino para despertar.
No están allí para llevarnos lejos,
sino para regresarnos… a nosotros mismos.
En mi vida pasada —la que quizás tú también recuerdas, aunque no sepas aún cómo—, elegí no cruzar uno.
No por miedo.
Sino por amor.
Porque a veces el alma sabe que aún no es el tiempo.
Y espera.
Madura en silencio.
Como la semilla que conoce su flor antes de nacer.
No sellé un portal como quien cierra una puerta.
Simplemente… me alejé.
Y al hacerlo, algo dentro de mí quedó suspendido.
Ahora lo entiendo.
Ahora sé por qué regresé.
No fue solo para recordar.
Fue para guiarte.
Porque si estás aquí, leyendo esto,
no es casualidad.
Tú también has sentido esos llamados.
Has caminado por lugares donde el viento hablaba un idioma que tu alma entendía.
Has soñado con templos y símbolos que no conocías,
pero que te erizaban la piel.
Quizás aún no lo sabías,
pero los portales también te están buscando a ti.
Y no están allá afuera, en algún sitio lejano o inaccesible.
Están en tu historia.
En los lugares que te hicieron llorar sin motivo.
En las montañas que te abrazaron.
En las ruinas que te estremecieron.
En los silencios que te hablaron más que mil palabras.
Hoy vengo a recordártelo:
Tu cuerpo es la brújula.
Tu emoción, el mapa.
Tu presencia, la llave.
Cada paso que des consciente hacia uno de esos lugares,
activa no solo el portal…
sino también tu memoria estelar.
Tú también viniste con una tarea.
No para construir algo nuevo,
sino para recordar lo antiguo que vive dentro de ti.
No necesitas entenderlo todo.
Solo sentirlo.
Yo no tengo respuestas para ti
Solo tengo esta verdad:
El mundo está lleno de umbrales dormidos,
esperando ser abiertos por corazones valientes.
Y ahora, querido compañero de estrellas,
la pregunta no es si los portales existen…
La pregunta es:
¿Estás listo para cruzarlos?
Si algo en ti se estremeció al leer estas palabras,
entonces ya lo sabes.
Ya es tiempo.
Porque tú también has sido muchos.
Y tú también…
estás recordando.
Williams Ravello...

.jpg)
